Tiempos oscuros de regreso

por Umberto Cardenal

Hay quienes pretendiendo ser exorcistas terminan siendo profetas, agoreros de premoniciones que quieren evitar llegar. No hay peor futuro que aquel que viene de la historia, del pasado que se creía extinto.

Michoacán vivió días negros durante la época en la que el crimen organizado se apoderó de los pueblos, de las empresas, de las parcelas y del gobierno. Aquellas pesadillas parecen regurgitar moustros que se reaniman del miedo y la desmemoria, del pesado recuerdo que quedó enterrado bajo el cúmulo de sucesos traumatizantes que han hecho que se pierda la capacidad de asombro.

Vestidos de todos colores e imbuidos de distintas ideologías, los oscuros personajes del pasado vuelven a dar la cara a los electores michoacanos apostando al olvido del agravio y al paso de los sucesos.

Un Frankenstein

La coalición PAN-PRI-PRD, no conforme con ser un Frankenstein, dará la cara a los michoacanos con personajes como Uriel Chávez. Quien fuera ex alcalde de Apatzingán durante los negros años en los que la Familia Michoacana se apoderó de la Tierra Caliente, con la comparsa de presidentes municipales. Fueron los autodefensas quienes, en una maniobra heroica, le echaron de palacio municipal. En un asalto comandado por Manuel Mireles, el Padre Goyo e Hipólito Mora.

Aquellos años trajeron consigo también a un oscuro Virrey, Alfredo Castillo. Cuyos personeros están reanimándose al fragor de la contienda electoral. Eduardo Orihuela y Samanta Flores, allegados al otrora gobernador de facto, ya tienen aseguradas sus candidaturas por la coalición prianredista. Mientras que Mariana Sosa intenta hacerse de una candidatura a diputada por Morena, con el respaldo de Raúl Morón.

En la alianza izquierdista también soplan vientos del pasado. Como la posible postulación de personajes como Mariano Ortega como alcalde de Lázaro Cárdenas. Y las de otros tantos nombres más, que atraen los recuerdos de tiempos difíciles para la ciudadanía.

Estemos atentos, buscando ser exorcistas antes que profetas.

La mafia del poder, en el poder