Seguridad para las mujeres, el gran pendiente

por Mario Hernández

Dicen que las matemáticas no mienten, los mentirosos son los matemáticos. Esto aplica a la perfección en el tema de las agresiones contra las mujeres y los feminicidios cometidos en México y en Michoacán. Para los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y de Silvano Aureoles Conejo, a pesar de que las estadísticas muestran lo contrario, se va disminuyendo la violencia en contra de las mujeres.

Nada más falso. De acuerdo con datos aportados por medios de comunicación, sustentados en cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad y en la información publicada del acontecer diario, el número de mujeres asesinadas durante el gobierno de Silvano Aureoles Conejo llegaría casi a 950 homicidios. Esto es casi el doble de los registrados en las dos administraciones anteriores. Y que el propio mandatario michoacano destacó durante su discurso de toma de protesta en octubre de 2015:

“Es indignante saber que del 2006 al 2014 se registraron 719 asesinatos de mujeres en Michoacán”.

Estas cifras, sin embargo, deben ser analizadas a la luz del incremento en la violencia registrada en Michoacán en los últimos años. Lo que para octubre del 2020 registraba la cifra de homicidios más alta de la historia reciente. Teniendo un impacto directo no sólo en el número de asesinatos en contra de mujeres, sino en la forma de quitarles la vida.

Así que mientras el secretario de Seguridad Pública de Michoacán, Israel Patrón Reyes, presumía hace unos días que la violencia contra las mujeres había disminuido sustancialmente en el primer semestre del 2021, gracias a los programas de atención gubernamentales, el número de homicidios cometidos en contra de las mujeres se mantiene constante: 14 en enero y 20 en febrero. Lo que indica que este año no será distinto a los anteriores.

Encontrar justicia

Lamentablemente la violencia que sufren las mujeres no concluye con su homicidio, ni con la exposición de sus cuerpos tirados, embolsados o desmembrados. Sino que continúa con el viacrucis que deben sufrir sus familiares y amigos para encontrar justicia. Tal y como lo ejemplifica el caso de la joven estudiante nicolaita María José Medina Flores, violada y asesinada en 2017, crimen que se mantiene impune.

Pese a estos niveles de violencia y las exigencias de justicia que claman familiares de víctimas y mujeres en general, los gobiernos se mantienen totalmente cerrados a la crítica. Y sostienen que todo marcha bien. Las declaraciones, hace unos meses, del presidente Andrés Manuel López Obrador a una periodista británica, respecto a los feminicidios registrados en México ejemplifican el asunto:

“No estamos abandonando a las mujeres, se está castigando a quienes asesinan mujeres. No hay disminución de presupuesto, nunca se había protegido tanto a las mujeres de México como ahora […] Hay en México, como nunca, un combate permanente a la corrupción y a la impunidad […] Nosotros pensamos que se avanza, que la gente tiene confianza en el Gobierno”.

Tiempos oscuros de regreso