por Rafael Calderón
La recta final del silvanismo, dígase Silvano Aureoles Conejo en su carácter de Gobernador y su Secretario de Gobierno Armando Hurtado Arévalo, ha mostrado el imán y el desafío a la investidura gubernamental. Esta magna desintegración gubernamental es hasta normal que provenga de Aureoles Conejo. Pero que el Secretario de Gobierno asuma esa postura y no muestre altura de miras, simplemente está cavando su propia tumba política.
Es hasta normal el actuar del aun Gobernador. Y que esté sobreviviendo a la camorra de sus propios yerros políticos y suceda cuando muestra tener de su lado un fracaso político y gubernamental en todos los órdenes. La derrota del silvanismo es enterrar el último reducto del Pacto Por México que firmó con Enrique Peña Nieto. Y es su boleto para explicar el porqué de su fracaso como Gobernador. Incluido en lo electoral y pasar al basurero de la historia, que representa como oposición a la transformación política que desde 2018 vive el país.
El Secretario de Gobierno
El actuar del Secretario de Gobierno es echar al asador todo su capital político. Y pareciera que quiere pasar a la vida partidista como lo que nunca, en sus primeros años de político, soñó. Hay que recordar que salió de Huaniqueo como ex presidente municipal. Salió al encuentro de la diputación local, fue dirigente estatal del PRD, regresa de alcalde y nuevamente va a la política estatal, escalando posiciones. Para llegar finalmente al puesto de Secretario y, desde ahí, es el responsable de la política interna de Michoacán.
Todo en un periodo que huele y tiene el sello distintivo de la corrupción. Pues únicamente le queda reconocer que su camino es otro, diferente. Y que lo único que lo puede salvar es su habilidad política y ser superior a lo que representa su jefe. Así, podría reconocer por su posición en el gobierno que no vale la pena ser quien sepulte la poca credibilidad del actual gobierno. O llevar hasta sus últimas consecuencias el estilo antidemocrático que Silvano Aureoles Conejo arropa en su trayectoria. Esto es nada menos que la derrota final, obcecada de un político cuadrado. Lo que sí, para el Secretario de Gobierno tiene precio que finalmente él sea el verdugo para consumar el desatino en Michoacán. En realidad es como darse un balazo en el tobillo a sí mismo.
La verdadera izquierda
Se vislumbra que a Silvano Aureoles Conejo le duele hasta las entrañas que desde la izquierda, la verdadera izquierda que lidera el Presidente Andrés Manuel López Obrador, haya ganado con su partido Morena la gubernatura de Michoacán. Y que el próximo Gobernador provenga de ese movimiento y que sea Alfredo Ramírez Bedolla.
Atrás quedó su candidato (Carlos Herrera Tello), su amigo personal. En lo estatal ya quedó atrás la impugnación del resultado electoral. Y Ramírez Bedolla es indiscutiblemente el triunfador. Así lo han reconocido tanto el Instituto Electoral de Michoacán (IEM) como el Tribunal Electoral del Estado de Michoacán (TEEM). Es así, en primer lugar, porque los miles y miles de votos de los electores así lo determinaron. Lo que constituye un hecho histórico donde los ciudadanos salieron a votar masivamente.
Lógica electoral fallida
La realidad es que el frente anti Morena que encabeza el propio Gobernador y los partidos PRI-PAN-PRD apostaban al voto duro. Para que la gente, el día de las elecciones, no saliera a votar. Y así ellos aprovecharan la crisis de la pandemia para ganar las elecciones. Esto gracias a la poca participación ciudadana y un etcétera interminable. Pero su lógica electoral falló en todos los sentidos: el PRD, naturalmente, no tiene votos; el PRI no tiene esos bastiones y su capital político ya es historia; el PAN es una un partido que nunca, aquí en Michoacán, ha ganado democráticamente una elección para gobernador.
Pero este resultado fue también un voto contra el mal gobierno que representa Aureoles Conejo y es el primero en negarse a reconocer este desatino. Es un voto de castigo porque en los hechos todas las tropelías del mal gobierno, apadecido desde el 2011, es un claro ejemplo de que él fue quien los encubrió, los tapó de pies a cabeza.
Complicidad con el pasado
La herencia del mal gobierno es que, en una década, Michoacán ha tenido cinco gobernadores: el innombrable Fausto Vallejo Figueroa; los interinos Jesús Reyna García y Salvador Jara Guerrero; el desastre del virrey Alfredo Castillo, con quien hizo migas entrañables el propio Silvano Aureoles Conejo. Esto como ejemplo del trofeo y sello distintivo: lo suyo es la corrupción.
¿Acaso hizo justicia a los michoacanos y se dio a la tarea de investigarlos, procesarlos, enjuiciarlos? Nunca. No los tocó. Más bien los limpió con un pedazo de papel sanitario. Así, cuidó de no destruir lo mal que gobernaron. Rápidamente se volvió ejemplo de una calamidad política. Y todavía en el 2018 se dio el lujo personal, ya siendo gobernador, de llamar a votar por el candidato de Enrique Peña Nieto. Esto aun cuando su candidato perredista era de otro costal, dejando claro que nunca ha sido un demócrata. Pues siempre dio su aval al agónico Pacto Por México.
Ahora, hasta aquellos ex gobernadores del periodo rancio parecen héroes. Esto ante la desgracia del mal gobierno que han padecido los michoacanos en este sexenio de Silvano Aureoles Conejo.
Relevo generacional
Lo que sí es que hay que hacer una diferencia sonora y determinante para bien de la izquierda en Michoacán. Esto implica reconocer que, por el resultado de estas elecciones, finalmente ganó Alfredo Ramírez Bedolla. Así, es él quien asumirá el Gobierno de Michoacán al frente con una generación política muy distinta de la que ha gobernado los últimos 25 años.
Ese relevo generacional ya sucedió parcialmente en las elecciones estatales del 2001, con Lázaro Cárdenas Batel. Pero se truncó abruptamente con la asunción de Leonel Godoy Rangel. Y se perpetuo la desgracia política para los siguientes años con Fausto Vallejo Figueroa, con todas sus consecuencias políticas. Por lo que hay que decir que, después de varios años de impasse, se revela que aquel cambio de cuadros y de generación está nuevamente de pie en la escena estatal. Esto con Alfredo Ramírez Bedolla, quien ocupa sagacidad política, altura de miras y volver la mirada a su propia generación. Para conformar un equipo de gobierno que trascienda estos errores que, por desgracia, han costado muy caro a Michoacán.
Poner un alto al mal gobierno
Antes de pasar a señalar los aciertos que encierra esta nueva generación de cuadros y de relevo gubernamental, hay que señalar que se ocupa que, políticamente, se ponga un alto al mal gobierno de Silvano Aureoles Conejo. Esto en su recta final. Si esto no sucede, se debe tener presente que las consecuencias serán muy lamentables. Y se registrará un reproceso aún más desagradable.
Se vislumbra que el aún gobernador está haciendo política de contubernio, encuentro de coqueteos con intereses económicos y políticos. Buscando por la vía extra judicial y con acuerdos políticos con la derecha, anular el resultado de las elecciones en lo que corresponde a la gubernatura. Esto cuando la realidad es que si lo logra, sería para consolidar su estilo antidemocrático. Por eso hay que prestar atención al actuar del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Quien tiene ahora en sus manos el resolver las diferentes impugnaciones a los Gobernadores Electos que ganaron en las pasadas elecciones. Esto incluye al de Michoacán.
El TEPJF
Así, el actuar de los Magistrados electorales es ya parte de la vida política de Michoacán. Hay que prestar atención a sus acciones antes y después del fallo. Y recordar que días atrás se llevó a cabo el sorteo para turnar, mediante método aleatorio de insaculación, la impugnación de la gubernatura. La cual está derivada del proceso electoral vigente. Además, el expediente fue turnado al Magistrado Indalfer Infante. Quien determinó la cancelación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio en Guerrero.
Por lo tanto, no hay que perder de vista que en este órgano electoral hay un puñado de Magistrados proclives a un conservadurismo reacio. Y emiten sentencias contrarias, muchas de las veces en perjuicio de la izquierda. Así, su búsqueda de la aplicación de la ley es de contrastes. Es incluso contraria a lo que los ciudadanos mostraron en las urnas. Por ello la derrota del silvanismo, para ciertos Magistrados electorales, representa la posibilidad de consumar un atraco. Para luego decir, en nombre de la democracia, que existen elementos para anular el resultado de las elecciones.
De ser así, se estaría ante un escenario de triunfalismo para la derecha. Y aquí en lo estatal, hay indicios de que el silvanismo está presto a celebrar ese resultado y consolidar su pasaporte al basurero de la historia política. Esto poco le importa porque lo que hace es parecerse al peor de los estilos que practicó el padre de la desigualdad social en México: Carlos Salinas de Gortari.
El más repudiado
El aun Gobernador está dispuesto a pasar a la historia como el más repudiado de los ex gobernadores de este siglo. Así lo apuesta. Tan así lo deja entrever, que ni siquiera nombró a un Equipo de Transición, dejando entrever anticipadamente que Alfredo Ramírez Bedolla no representa al que recibirá la gubernatura el 1° de octubre.
En sus acciones tiene previsto el recibir a un Gobernador interino, como eslabón de sus pretendidos alcances post electorales. ¿Será? La clava del actuar del Gobernador Electo Alfredo Ramírez Bedolla está en su equipo jurídico y de defensa electoral. Y prestar atención a los viejos lobos de la política. Para ver de qué lado están jugando y, por su parte, defender en todo momento la causa democrática. La cual corresponde legalmente al voto de los ciudadanos, con el que finalmente ganó las elecciones.
Triunfo de la izquierda
Así que hay que decirlo con precisión: el triunfo de Alfredo Ramírez Bedolla es el triunfo de la izquierda en Michoacán, con una generación que llega ganando en las urnas. Así, por primera vez los ciudadanos y la generación del Gobernador Electo no salieron a votar por los candidatos de siempre. No votaron por los dueños de los cuadros políticos y de las franquicias al interior de los partidos.
Esto es así porque Ramírez Bedolla y toda su generación, los nacidos en los setenta, no salieron a votar por Leonel Godoy Rangel ni por Cristóbal Arias Solís. Tampoco por Raúl Morón Orozco y nunca por la gente del ex gobernador Genovevo Figueroa Zamudio (aun y cuando él tiene copado al Ayuntamiento de Morelia con sus huestes), si bien sus grupos políticos están extendidos por el PRI, por el PRD y entre los que dicen ser familias de bien.
Hasta 2018, ésta era la generación que nació votando por todos aquellos. Pero ahora, de un plumazo, los candidatos de siempre salieron de las boletas. Ahora la gubernatura está en manos de un joven político que se ha convertido en el jefe indiscutible de la transformación política de Michoacán. Así que su consolidación está en la antesala de hacer historia. Y es que en las pasadas elecciones se votó también por un relevo de cuadros y de generación política.
Líder de su generación
El líder de esta generación, naturalmente, se vislumbra en la figura de Alfredo Ramírez Bedolla. Lo que sigue es consolidar el triunfo obtenido con esa votación histórica. Esto para alcanzar el juicio de la historia política reciente y poner el ejemplo con un acierto particular, gobernando de la mano de la ciudadanía.
Desde luego, se tiene visto el beneplácito de su propia generación, a la que puede convocar para consolidar la transformación política de Michoacán. Ya en el pasado reciente, otro igualmente joven llegó al puesto de Gobernador. Quien demostró que su paso por el Solio de Ocampo fue un acierto, pasando a la historia política del país como un ejemplo de resonancia nacional.
Ramírez Bedolla tiene el mensaje de unidad en sus manos. Es él quien le ganó a los demás candidatos. Y es él quien se convertirá en el próximo Gobernador de Michoacán.