por Enrique Cervantes Ponce
Los días pasan, las ocurrencias aumentan y los distractores continúan. Prueba de ello, la semana pasada cuando, en su monólogo de la mañana, además de anunciar una nueva rifa de la Lotería Nacional en la que se sortearán terrenos, departamentos, un rancho y hasta un palco, López Obrador, ocurrente, anunció que enviará al Congreso de la Unión tres nuevas reformas constitucionales para su aprobación. La primera, en materia eléctrica, nace como respuesta a los amparos otorgados por diversos jueces. Esto para proteger la constitucionalidad que a este gobierno le ha dado por violar. Buscando afianzar el monopolio de la Comisión Federal de Electricidad y minando así la competencia que se debería privilegiar.
La segunda, pretende acabar por hacer de la Guardia Nacional un cuerpo militar, muy alejado de la promesa de mantener su naturaleza civil como se llegó a acordar. Y, por último, la reforma electoral que ya se había anunciado meses atrás como venganza hacia el INE por hacer cumplir la legalidad y que intentará, además de recortarle el presupuesto al órgano electoral, terminar con los 200 diputados y 32 senadores que llegan a ese encargo por la vía plurinominal. La primera exhibe su capricho, la segunda desnuda su engaño y la tercera visibiliza su intención de quedar bien con el electorado aunque se retrocedan 68 años.
En nombre de la austeridad
Porque mucho se argumentará que la intención de quitar la representación proporcional es en nombre de la austeridad. O por defender el derecho de la población de elegir directamente a sus representantes a través de una elección. Sin embargo, a pesar de lo impopulares de los plurinominales, quererlos desaparecer es una trampa más de Andrés Manuel. No sería la primera vez que el Ejecutivo Nacional finge amnesia temporal. Esto al no recordar la génesis e importancia de figuras, instituciones y organismos que forman parte de la realidad actual. Y que costaron mucho trabajo edificar.
Olvida, al querer erradicarlo, la necesidad de un árbitro electoral que otorgara imparcialidad y que no fuera juez y parte como en su momento lo fue Manuel Bartlett; olvida, cuando advierte que los desaparecerá, que los Organismos Constitucionales Autónomos surgieron para dar autonomía y libertad que a su vez generara certidumbre social para que el presidente no pudiera inventar datos o meter la mano en la impresión de billetes del Banco. Ocurrente, olvida, con su intento de eliminarlos, que la figura de los pluris permite que haya representación de las minorías en las curules.
Suprimir cualquier tipo de oposición o contrapeso
Desde que llegó al poder, la intención de suprimir cualquier tipo de oposición o contrapeso ha sido muy clara. Ocurrente, cegado por su ambición y su ánimo de concentración, esta podría ser una cortina de humo para fingir quedar bien con la población. Pero que en el fondo podría causar un grave daño a la democracia y a la representación.
Por poner un ejemplo, en la elección del 2018, de no haber sido por la existencia de los diputados plurinominales varios Congresos locales hubieran quedado representados por una sola coalición o fuerza política. Lo que desaparecería no solo los frenos y contrapesos, sino también la pluralidad y la diversidad que el Poder Legislativo debe albergar.
En una democracia, las minorías deben ser escuchadas por más pequeñas que en se momento se encuentren acotadas. Por eso, en defensa de la misma, el debate sobre una posible reducción de los plurinominales o un mejor conocimiento de quiénes están inscritos en la lista por parte de los votantes, debe darse de manera amplia y profunda. De lo contrario, caeríamos en ofertas populistas que no harían más que confirmar el talante ocurrente, autoritario, de aquel que vive en Palacio.