Víctimas de violación en el Instituto Cumbres acusan a la Legionarios de otorgar protección

Las presuntas víctimas de violación por parte del sacerdote legionario de Cristo Fernando Martínez.

Las dos víctimas señalan que en la escuela sabían que el director del colegio era un depredador sexual.

Morelia, Michoacán, a 12 de diciembre de 2019.- Dos víctimas del sacerdote legionario Fernando Martínez acusan a la congregación de seguir operando como una “estructura mafiosa”.

En varias ciudades de México existen los colegios denominados Instituto Cumbres, en donde se prepara a una alumnos cuyos padres suelen ser de las familias más ricas de cada ciudad.

“No te tocaba solamente la pierna, te tocaba las partes íntimas”, se lamenta María Belén Márquez, de acuerdo con El País. “Yo tenía seis años, estaba muy chiquitita”. Decirlo en voz alta le genera mucha vergüenza, le da pena “que la gente sepa” lo que le pasó. Márquez, de 34 años, es una de las ocho víctimas que este año denunciaron haber sido abusadas cuando eran niñas en Cancún -al sur de México- por el director de su colegio, miembro de los Legionarios de Cristo. “No fue una debilidad, fue abuso sexual, y en varias ocasiones”, detalla sobre lo que pasó entre las paredes del Instituto Cumbres entre 1991 y 1993. Su relato revive uno de los recuerdos que más le atormenta, la voz del cura interpelándola en la oscuridad: “Me decía: ‘¿Te gusta?, ¿te gusta?’, y yo callada”.

Veintiséis años han pasado desde la presunta agresión del sacerdote Fernando Martínez en esa escuela en la que se prepara a la clase dominante del país.

Hostias y cera de vela que las niñas usaban para jugar era lo que les prometía el sacerdote a cambio de que fueran a su oficina, cuenta Márquez a al periódico español. Era su “modo de atracción”. Desde que el caso estalló en mayo, la mujer, que actualmente dirige la ONG católica Misión Maya, ha vuelto a sufrir ansiedad, rechazo a su cuerpo y culpa, síntomas que padecía de niña. “Uno cree que pudo haberlo evitado”, comenta con pesar. “Son secuelas que no se ven, pero que duran toda la vida”.

Los testimonios completos se encuentran en esta nota del diario El País.