Por Octavio Ocampo Córdova
Las remesas son una fuente crucial de ingresos para la subsistencia de millones de familias en todo el mundo. Este flujo de divisas les permite acceder a derechos fundamentales como alimentación, vivienda, atención médica y educación, incluso para superar la pobreza transgeneracional. Para darnos una idea de su impacto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que, en los últimos diez años, las y los migrantes han enviado más de 5 billones de dólares a sus países de origen. Esta cifra no solo supera la ayuda internacional que reciben muchas economías del orbe, sino que está a la altura de las grandes inversiones de empresas extranjeras.
Tan solo el año pasado se movilizaron alrededor de 685 mil millones de dólares por concepto de remesas familiares en todo el orbe, según el Banco Mundial. En este contexto, México destaca como el segundo país que más recursos recibió, solo después de la India. Por ello, nos preocupa el impuesto del 3.5 % a las remesas aprobado por la Cámara de Representantes el pasado 22 de mayo. Esta medida, si se confirma en el Senado estadounidense, afectará la economía de cientos de familias michoacanas.
Michoacán es el estado que más remesas recibe en todo el país. En 2024, ingresaron a la entidad 5,646.6 millones de dólares, superando ligeramente a Guanajuato, quien recibió 5,645 millones, y a Jalisco, con 5,503 millones. De acuerdo con el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, estos recursos representan cerca del 11 % del Producto Interno Bruto estatal y son uno de los principales motores de desarrollo social de la entidad.
Su peso es tal, que incluso superan al presupuesto del gobierno estatal aprobado por el Congreso del Estado. Para dimensionar su relevancia, basta un ejemplo: el presupuesto estatal aprobado en 2024 fue de 95,471 millones de pesos. Si convertimos a pesos los ingresos por remesas, usando el tipo de cambio estimado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para ese año (17.6 pesos por dólar), el total asciende a aproximadamente a 99,380 millones de pesos.
De ese tamaño es la importancia de las divisas que mandan nuestros paisanos a sus familias. Por ello, es urgente potenciar el valor de las remesas, que son producto del trabajo de nuestras y nuestros paisanos; hoy, más que nunca, tenemos que acompañarlos, defender sus derechos y crear instrumentos que potencien ese esfuerzo.
Más allá de su dimensión económica, las remesas también son un factor de cohesión y bienestar social. No solo sostienen el consumo familiar, sino que fortalecen los lazos entre las comunidades migrantes y sus lugares de origen, contribuyendo al fortalecimiento del tejido social. Además, diversos estudios en el mundo han demostrado que su impacto se amplifica cuando se acompaña de una estrategia de inclusión financiera, ya que dejan de ser un recurso de subsistencia para convertirse en una palanca de movilidad social, resiliencia económica y desarrollo comunitario.
Esta situación nos plantea dos tareas urgentes. En primer lugar, una acción coordinada que permita una defensa eficaz de los derechos y libertades de nuestros connacionales que viven en Estados Unidos. En segundo lugar, impulsar un enfoque integral que vaya más allá de la coyuntura, mediante políticas públicas que fortalezcan el valor de las remesas y aprovechen la experiencia de los migrantes michoacanos para contribuir al desarrollo local y el fortalecimiento del sector productivo regional.
Existen diversos mecanismos y herramientas que permiten canalizar estos recursos hacia el desarrollo local, como las cooperativas de ahorro y crédito, que fortalecen la banca social; la asistencia técnica para la formulación y gestión de proyectos productivos, que garantiza su viabilidad y sostenibilidad; y el acceso a financiamiento para pequeños productores rurales, artesanales y micronegocios, que detona economías locales y genera empleo digno.
Al fortalecer el capital social de la comunidad migrante y sus familias, no solo incidimos en su capacidad para transformar su entorno, sino que también se convierten en un pilar fundamental para abrir nuevas oportunidades de bienestar y prosperidad compartida, porque estoy seguro que son muchas y muchos nuestros paisanos que sueñan con regresar a su tierra y no pierden la esperanza de construir un futuro mejor para Michoacán.
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