Por un Morena sin barbas que remojar, ni software sobrevaluado

Por Tacho Ledesma

Morena celebró su más reciente Consejo Nacional y, aunque en el papel parece un evento solemne y protocolario, la verdad es que estuvo más cargado de indirectas que un grupo de WhatsApp familiar en época navideña. Se aprobaron nuevos lineamientos para esta nueva etapa del partido-movimiento, todos muy correctos: austeridad, independencia, respeto interno, fortalecimiento institucional y, mi favorito, la aplicación anticipada de la reforma contra el nepotismo electoral, que entrará en vigor plenamente en 2027 pero ya se empieza a aplicar. Como quien dice: “ya no traigas a tu primo, compadre, ni a tu exsecretario con ínfulas de mesías”.

Ahora, seamos sinceros. Aunque todo esto se hizo en nombre del movimiento, hubo dos puntos que parecían redactados con tinta especial para el famoso “Bloque de Morón”, esa pandilla disidente de Morena que parece vivir más del conflicto interno que de la agenda de transformación. Ahí está el apartado sobre el respeto entre militantes que, dicho con todas sus letras, prohíbe las declaraciones públicas para desacreditar a otros sin antes pasar por los cauces institucionales del partido. Más claro ni el agua del Río Cupatitzio.

Y aquí entra nuestro protagonista favorito del drama morenista: Juan Carlos Barragán, que ya anduvo por todos los partidos menos por el PES (aunque no descartemos que un día despierte con ganas de ser “pastor”). Ese mismo que se dedica a lanzar acusaciones sin prueba, y a quien ya se le volvió costumbre difamar para ver si cae algo. Como si su trayectoria se construyera a punta de entrevistas incendiarias más que de resultados tangibles.

¡Ah, pero eso sí! Cuando le toca competir con cuadros de trabajo real como Juan Pablo Celis o Jesús Mora, saca el megáfono. Se le olvida que mientras Celis andaba formando comités y pegando calcas cuando ni había presupuesto, él andaba muy sonriente al lado de Silvano Aureoles, el mismo que dejó a Michoacán con más deudas que un mes de enero en familia de clase media. Dicen por ahí que Barragán quiere ser presidente municipal de Morelia, pero yo digo: si así está el casting, mejor cancelen la película.

Y mientras Morena intenta poner orden en casa, el Congreso del Estado nos regala otro episodio digno de “La Ley y el Desorden”. Resulta que la Fiscalía Anticorrupción logró vincular a proceso a un tal Mario Alberto “N”, ex funcionario que, junto con otras distinguidas exservidoras públicas, autorizó la compra de un software carísimo que costó más de 5 millones y medio de pesos. Hasta ahí, todo parecería normal para el mundo político mexicano, si no fuera porque el software en realidad vale 134 mil pesos. ¿Qué tenía el software, pues? ¿Un plugin para encontrar valores éticos perdidos?

La buena noticia es que la Fiscalía ya empezó a mover el caso. La mala: apenas van los de nivel medio, y uno se pregunta: ¿quién les dio luz verde? Porque los que firman son unos, pero los que mandan suelen estar más arriba, en esa cómoda nube donde no llueve pero sí caen contratos.

Y ya para rematar, una duda que nadie me ha podido responder con claridad: ¿usted ya sabe por quién va a votar para jueza o juez este 1 de junio? ¿Ya le llegó alguna información que no parezca sacada de un instructivo de microondas? ¿No? Bueno, al parecer al INE se le olvidó que, para que una campaña funcione, hace falta que alguien la vea. Pero bueno, si nos fue difícil aprender a votar por regidores, ahora nos toca aprender a elegir jueces con base en… no sé… ¿fe?

En fin, Morena se pone reglas, los mismos de siempre se las quieren brincar, el Congreso hace magia con el presupuesto, y el INE anda en modo ninja. México, nunca cambies… o mejor sí, pero que sea para bien.

Justicia y Democracia: El Poder Judicial Frente al Electorado