por Hugo Rangel Vargas
La lucha por el poder en Michoacán ha sido históricamente descarnada y frontal. Esta tierra ha sido la arena del contraste de proyectos políticos que se han disputado la hegemonía, no sólo en el plano estatal, sino también en el terreno nacional. La coyuntura que se vive actualmente no es la excepción. Y, con altibajos y tonalidades propias, los protagonistas de está confrontación echan mano de todo tipo de recursos para no quedarse a la zaga.
Invocando demonios, recurriendo a alianzas cuestionables, trayendo fantasmas del pasado, buscando desatar emociones y pasiones, manejando a trasmano a alfiles impostados de opositores. Los dos proyectos claramente diferenciados en la lucha electoral están sosteniendo una batalla sin cuartel.
Michoacán busca gobernador, pero ambos bandos propuestos para el cargo despiertan dudas sobre la forma y el fondo. Sobre los cómo y con quién de su conducción al frente de los destinos de la entidad. Esas dudas, unas perfumadas del excitante olor de la esperanza y otras despidiendo el tufo estancado del pasado, parecen ya configurar las tendencias de una correlación de fuerzas que se manifestará en las urnas el próximo 06 de junio.
Preguntas clave
En ningún otro pensador como Maquiavelo encontramos con claridad la esencia de la razón de Estado. Si esta es el logro y la reproducción del poder, ¿cuáles son los medios y compromisos que ambos bandos han construido para llegar al legítimo fin de alcanzarlo? Una vez alcanzando el objetivo, ¿el próximo gobernador será capaz de deshacerse de aquellos medios y compromisos que limiten y mermen la reproducción y legitimidad del poder que ejercerá? ¿O mantendrá su autonomía limitada por la influencia de otros actores que tuvieron peso en el proceso de su ascenso al poder?
El legítimo fin de conquistar el poder para hacer valer la agenda política de una mayoría lleva a la construcción de alianzas. Y el peso específico de sus intereses dentro del gobierno se manifiesta en el ejercicio de la toma de decisiones. ¿Qué intereses pesarán y tendrán mayor fuerza en las decisiones del próximo gobernador? ¿Qué actores y factores determinarán, en términos reales, la nueva configuración del poder político una vez que se instale el siguiente gobierno? ¿Habrá un poder real detrás del poder? ¿Cuál será la relación del poder formal con el poder de facto?
Más preguntas a responder
Es claro que el 2021 es la antesala de batallas más álgidas, como la consulta revocatoria del 2022 y la sucesión presidencial del 2024. En cada caso, Michoacán tendrá cuadros políticos al frente de cada bando. En este sentido vale preguntarse: ¿Cómo adelantará cada bando sus piezas si llega al gobierno? ¿Apostarán por un necesario relevo generacional desde la conformación del gabinete? ¿Ese relevo, de ser, lo será de fondo o solo en apariencia, figurando sin embargo perfiles con lealtades juradas a cuadros de antaño?
Buena parte del pasado de la entidad ha sido definido por algunas de estas preguntas. Sus lastres y esperanzas se encuentran cifrados en ellas. El futuro inmediato está ya decidido y es irreversible el triunfo de la Cuarta Transformación y de su candidato, Alfredo Ramírez Bedolla. Quien junto a sus cuadros más cercanos están emplazados a esta cita con la historia de Michoacán, una vez que lleguen al gobierno.