La Sinfonieta FMM y el Brodsky Quartet cerraron la fiesta grande de la música en México

La agrupación conformada para esta edición tendrá continuidad en los próximos años

Morelia, Michoacán, a 23 de noviembre de 2019.- Los asistentes al Teatro Morelos fueron testigos del tour de force llevado a cabo entre la Sinfonieta FMM y el Brodsky Quartet, cuyos integrantes dieron vida al concierto con que el Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez (FMM) clausuró su programa de actividades este año.

En la clausura, la directora general del FMM, Mariol Arias Sánchez destacó a la Sinfonieta FMM, proyecto de formación para músicos de todo el continente que en este, su primer año, recibió a 38 jóvenes de 8 países.

Recordó que desde hace 5 años también se cuenta con un proyecto social para generar nuevas oportunidades a niñas y niños de Morelia a través de la Orquesta y Coro de la Transformación Miguel Bernal Jiménez. “La música transforma nuestras vidas, porqie el arte es un motor de cambio”, dijo.

La música

Este concierto fue multicultural y multigeneracional, puesto que conjuntó al proyecto de formación para jóvenes la Sinfonieta FMM, cuyos integrantes provienen de países como Argentina, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Estados Unidos, Chile y México, junto al Brodsky Quartet, un reconocido cuarteto de cuerdas británico formado en 1972 con más de 3,000 conciertos alrededor del mundo.

Estos proyectos compartieron su talento para ejecutar, de un modo bastante preciso, un programa que inició con el “Coriolano”, que Ludwig Van Beethoven compuso en 1807 inspirándose en una obra teatral de Heinrich Joseph von Collin (1771-1811), para la cual utilizó do menor como tonalidad básica.

En este memorable concierto fue incluido Javier Álvarez (1956), quien estuvo presente a través de la obra “Geometría foliada”, pieza que muestra el enfoque multi-referencial y el espíritu posmoderno del compositor, características transmutadas en la ejecución de Sinfonieta FMM y Brodsky Quartet.

La noche prosiguió con el tercer moviento de la Sinfonía de Cámara de John Adams (1947), una pieza de gran dificultad para los intérpretes por la compleja escritura instrumental.

El gran final llegó con la “Sinfonía no. 7, op. 92” de Ludwig Van Beethoven (1782-1827), para de ese modo crear un recital caracterizado por su limpieza y redondez y dónde se demostró la calidad que en esta residencia alcanzaron sus integrantes.