Por: Ar Mendoza
El día de ayer, domingo 26 de febrero; se llevó a cabo la segunda edición de la marcha en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) y en contra del llamado ‘Plan B’ propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador y aprobado por el Senado de la República.
Desde hace mucho tiempo, México se encuentra dividido; pero en esta ocasión la segmentación llegó a un punto que desenmascaró totalmente a una oposición desesperada, poco propositiva y que busca a toda costa victimizarse por cualquier situación.
Llamó mi atención ver en distintas fotografías a grupos religiosos marchando, personas con un alto nivel socioeconómico y a políticos que buscan cualquier pretexto para hacer ruido y jugar el rol de ‘opositores’ al régimen. Lo que me lleva a pensar que la marcha buscaba fines meramente individuales y no beneficios colectivos.
Desde la primera edición la movilización estuvo manchada por políticos con un alto nivel de cinismo y esta vez no fue la excepción. Silvano Aureoles, quien tiene observaciones millonarias por la Auditoria Superior de la Federación y múltiples denuncias por gastos en aeronaves durante su gobierno, estuvo sentado en su famoso banquito verde en la explanada del Zócalo. Pero más que protestar en defensa del INE, sigue alimentando su campaña de victimización para hacerse llamar ‘perseguido político’.
Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente del PRI a nivel nacional se le vio lanzando consignas a favor de la ‘democracia’, sin embargo, sus procesos al interior del tricolor no han sido precisamente democráticos… por lo que pareciera que su protesta no va acompañada de propuesta alguna. Mismo caso con el presidente nacional del blanquiazul, Marko Cortés, quien dicho sea de paso impuso a su hermano en el Congreso del estado de Michoacán.
La lista de políticos impresentables en la marcha del pasado domingo 26 de febrero es larga e interminable. De igual manera, la alimentación en el discurso sociopolítico no ha cambiado durante muchos siglos. Seguimos viendo una lucha de clases que hoy más que nunca sigue en conflicto.
Realmente, me hubiera gustado ver a las ‘organizaciones civiles’, a los grupos religiosos, a los potentados y a los políticos ‘opositores’, marchar en contra de la explotación laboral, del racismo, del clasismo y de tantas cosas que parecen subyugarnos cada vez más como sociedad.
O en el caso particular de Michoacán, ver a esos mismos actores sociales reclamar por el reparto inequitativo de la riqueza o de los gastos frívolos durante el silvanismo. O ahora que está muy de moda García Luna, exigir que sea investigado Felipe Calderón, el cual, por cierto, aseguró que a Michoacán le iba a ir muy, pero muy bien…
Seguramente el tema y los pretextos para la protesta sin propuesta seguirán dando de qué hablar, al fin y al cabo, México y Michoacán son dos entes que se cuecen aparte.
La historia continuará…