La fiebre del Chacal

Hace ocho años aún se comían en Arteaga chacales (langostino de río Macrobrachium) de 25 cm, la contaminación de los ríos del municipio más grande del estado de Michoacán (3 mil 454 km²) han impedido disfrutar este manjar. Primero fueron los laboratorios, luego la minería. Hace tres años dejaron de llegar cientos en busca del sueño minero. Hoy la gente quiere vender sus tierras e irse.

Fueron unos cuantos años de bonanza económica que todos añoran. El sueño minero había vuelto, miles de camiones bajaban de la sierra llenos de minerales sin procesar: hierro, oro, cal y diversos materiales sacados en bruto por el puerto de Lázaro Cárdenas vía marítima, en su mayoría sin documentación.

De las cientos de minas explotadas clandestinamente, hoy se cuentan con los dedos, unos cuantos continúan extrayendo oro de manera artesanal, como lo han hecho por siglos, y a lo que obedecen oleadas de exploradores extranjeros que han aportado diversidad de rasgos en la piel de los pobladores de Arteaga, originalmente indígena (como dan cuenta sus vestigios arqueológicos).

“Copelas o cuello”

Hace seis años los langostinos (también conocidos como camarón de río, acamaya, pigua o cauque) comenzaron a enfermar, su tamaño apenas alcanza los cinco centímetros. La población de Arteaga especula que los residuos químicos del proceso de producción de metanfetamina vertidos a los ríos fueron la primera causa de la enfermedad de estos crustáceos. La segunda causa, fue el boom minero.

De los mil 323 laboratorios incautados entre 2006 y 2015 en todo el país, 460 (la tercera parte) fueron desmantelados en Michoacán. Tal fama alcanzó la metanfetamina michoacana que en 2009 apareció en una corrido escrito para la popular serie breaking bad: “La fama de Heisenberg ya llegó hasta Michoacán, desde allá quieren venir a probar ese cristal”, señala el tema musical.

 

Toneladas de efedrina y pseudoefedrina decomisada en el puerto de LC daban la pauta de negocios millonarios entre ciudadanos de Michoacán y China. En 2006 un año antes de la aparición de Zhenli Ye Gon, se incautaron cerca de 20 toneladas de estos precursores químicos supuestamente de su propiedad, en el puerto de Lázaro Cárdenas ubicado a 60 kilómetros de la cabecera de Arteaga.

Arteaga llegó a ser hasta 2015 el centro neurálgico de diversas actividades económicas estatales y hasta internacionales. En 2011 la PGR señaló que Michoacán multiplicó la producción de metanfetaminas con el nacimiento de los Caballeros Templarios, negocio creado por los hermanos Amezcua oriundos de Colima y consolidado por la Familia Michoacana.

Del auge minero y la bonaza económica tan solo quedaron boquetes en los cerros y kilómetros de brechas. En los últimos años una fuerte crisis económica azota la región, las alternativas vuelven a ser la migración a los Estados Unidos, dedicarse al oficio de gambusino o las actividades relacionadas al crimen organizado.

No solo los chacales escasearon, chonchos (o pava cojolita, penelope purpurascens), cacomixtles, venados, iguanas, tejones, zorros y cientos de especies de flora y fauna, se vieron afectadas por la ocupación minera.

Arteaga (ocupado por 6 habitantes por km²) comparte con los municipios de Tumbiscatio, Coalcoman, Aguililla, Chinicuila, Lázaro Cárdenas y Coahuayana, la sierra madre del sur que cruza Michoacán, entres estos siete municipios ocupan al menos una cuarta parte del estado. Comparten los mismos restos y problemas; riqueza mineral, maderas preciosas, migración y crimen organizado.