Científicos descubrieron que Europa, una de las lunas más grandes de Júpiter, brilla de diferentes formas en la oscuridad total
Morelia, Michoacán, a 12 de noviembre del 2020.- Júpiter es el planeta más grande de nuestro Sistema Solar. Además, tiene 53 lunas con nombre, entre ellas Europa, uno de los lugares donde los científicos quieren buscar indicios de vida. Pues bien, se ha descubierto que este satélite brilla de diferentes formas en la oscuridad total.
A partir de telescopios terrestres, los científicos saben que la superficie de Europa es principalmente hielo de agua. Y los científicos han encontrado pruebas sólidas de que debajo de la corteza de hielo hay un océano de agua líquida o hielo fangoso.
En 1979, las naves Voyager atravesaron el sistema joviano, dando los primeros indicios de que Europa podría contener agua líquida. Después, los telescopios en la Tierra, junto con la nave Galileo y otros telescopios espaciales, aumentaron la confianza de un océano en Europa.
Se cree que la capa de hielo de Europa tiene unos 15-25 km de espesor. Y que flota sobre un océano salado de 60-150 km de profundidad. Así, el vasto e insondable océano profundo de Europa es considerado el lugar más prometedor para buscar vida más allá de la Tierra.
Hielo salado que brilla
Mientras simulaban en el laboratorio las condiciones superficiales de Europa, investigadores del JPL de la NASA y del Instituto de Tecnología de California han descubierto que el hielo salado de la superficie brilla. Esto en ausencia de luz solar. Y lo hace de diferentes formas.
Júpiter golpea la superficie de Europa día y noche con electrones y otras partículas, bañándola en radiación de alta energía. Por lo que el brillo era algo que se podía intuir. Lo que más sorprendió es que cuando probaron nuevas composiciones de hielo, el resplandor se veía diferente.
Los distintos compuestos salados reaccionan de manera diferente a la radiación y emiten su propio brillo único. A simple vista, este resplandor se vería a veces ligeramente verde, a veces ligeramente azul o blanco y con diferentes grados de brillo.
Los científicos usan un espectrómetro para separar la luz en longitudes de onda. Y conectar las distintas “firmas”, o espectros, a diferentes composiciones de hielo.
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