Por Rafael Calderón
Segunda parte de cuatro
Para la entrega anual del Premio Estatal de las Artes “Eréndira”, el ámbito de la literatura, ocupa un lugar destacado. Por los autores premiados, hay que reconocer a varios escritores por su obra y hay que señalar que existen ausencias notables pero vale la pena hacer un recorrido, situar la presencia de los escritores que lo han recibido y destacar su lugar más allá del escenario local. Pero, ante la ausencia, hasta el presente, que lo reciba una mujer también hay interrogantes. Desde la literatura no se la logrado confirmar la cláusula que establece en sus postulados aspiran a ser democráticos y en igualdad de circunstancias entre la participación de hombres y mujeres y esto sea una realidad. Y por los antecedentes a lo largo de la historia de la literatura de Michoacán, se tiene por obras y autores, una legión que ha trascendido como expresión ejemplar y se puede hablar de diferentes generaciones, periodos en el pasado inmediato, podríamos confirmar que la literatura es de una madurez sólida y revisar diferentes periodos y confirmar que varios autores de Michoacán han trascendido del ámbito local a la escena nacional.
En general la literatura de Michoacán es rica en ejemplos y de trascendencia para la vida nacional y no se limita a un territorio local y la escriben y han practicado, en sus autores son autores de expresiones sólidas y han trascendido para la tradición de la lengua española; en el ámbito local, curiosamente, nada o muy poco se sabe de la obra literaria de varios de escritores que nacieron o han radico en el estado.
Celebrar las letras michoacanas en un escenario nacional, pero desde el estado de Michoacán, hay que iniciar por recordar que en el periodo de la independencia del país, allá por 1809 se fraguó un gran poeta originario de Zamora y ese no es otro que Manuel Martínez de Navarrete, autor de una Obra poética fundamental, así lo hizo saber en sus estudios cien años después, junto a otros destacados autores y al incluirlo en su fundamental obra la Historia de la poesía hispanoamericana, el estudioso Marcelino Menéndez y Pelayo, analizando dos composiciones poéticas de su autoría: el soneto: “De la hermosura” y el poema eucarístico: “La divina providencia” y a mediados del siglo XIX destaca la imponente presencia de Esther Tapia de Castellanos, por ejemplo.
Ya para el siglo XX, podemos iniciar por recordar al filósofo que perteneció a la generación de Contemporáneos, originario de Zitácuaro, Samuel Ramos, autor de la célebre obra El perfil del hombre y la cultura en México, próximo a cumplir 90 años la primera edición. En las letras mexicanas existe asimismo una poeta originaria de Morelia llamada Concha Urquiza y con ella se alcanza una presencia lírica de primera, autora de magníficos y notables poemas. Cualquiera de los que integran su obra poética resultan de un nivele destacado: desde los juveniles, hasta los de su primera madurez, y recordar su vida se truncó trágicamente a los 35 años, un 20 de junio de 1945, ahogándose en Ensenada, Baja California Norte. Pero su nombre figura al lado de los grandes autores de la poesía mexicana del siglo XX, en parte, por poemas que publicó en vida y por el rescate que de su obra en verso y prosa realizó Gabriel Méndez Plancarte, también autor michoacano originario de Zamora, poeta y humanista, ensayista y traductor de autores griegos y latinos y autor el mismo del célebre título que publicó la UNAM en Horacio en México (1937) y si la Secum tiene en puerta un programa editorial, éste debería ser una prioridad, además, Méndez Plancarte miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, y recordar en estos tiempos turbios su magnífico ensayo Hidalgo reformador intelectual que resultaría ser una lectura obligada para estos tiempos.
Y al mencionar la Academia Mexicana de la Lengua, hay que recordar que de ésta han sido integrantes grandes exponentes de la literatura y varios son originarios de Michoacán. Sus aportaciones desde ésta son múltiples, algunos de trascendencia, pero tienen presencia destacada para la lengua española. Mención especial merecería la labor infatigable de don Alfonso Méndez Plancarte, autor de las Obras Completas modernas de Sor Juana Inés de la Cruz; así como la compilación de la poesía completa para la editorial Aguilar de la poesía de Rubén Darío; o su estudio de la poesía de Salvador Díaz Mirón, en particular, sus lecturas del título clásico de la poesía mexicana del periodo del Modernismo Lascas. Y así como él, otros momentos estelares de escritores en la literatura mexicana: desde la independencia hasta estos días del siglo XXI, como mencionar al erudito estudioso Tarsicio Herrera Zapién, originario de Churintzio y miembro en activo de la Academia, aportando sus conocimiento en la comisión de Lexicografía, pero del que hay que destacar su traducción y el estudio fundamental de la Poética de Horacio, ya referencia obligada en la lectura de este gran poeta que figura entre los grandes de la poesía de todos los tiempos y contemporáneo ejemplar de los días de Virgilio.
Así que hablar de madurez literaria en Michoacán es una realidad, existe y hay que buscar esas trayectorias. El poeta célebre de estos días, presente entre nosotros, es Homero Aridjis. Su obra poética sin reserva alguna merece toda nuestra atención: ya sea difundiendo sus poemas, o recuperando el ejemplo de su promoción literaria, y recordar la difusión de la poesía contemporánea realizó desde Morelia: el modelo que bajo su tutela sucedió en la ciudad capital con el Primer Encuentro Internacional de Poesía Morelia 1981 es un ejemplo que se reiteró, mejor dicho, fue capaz de perfeccionar la visión que de la poesía contemporánea desde la ciudad se tenía entonces; en otra momento, mejor dicho, por la labor de Marco Antonio Campos, bajo el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, también realizó por una década en Morelia -ya en este siglo- el encuentro para perfilar que en la ciudad existen más escuchas que lectores de poesía, por ejemplo. Ese fue un periodo de los festivales de poesía, pero ese modelo de promoción y difusión de la literatura no se escribe aún su historia, ni se han reeditado, por ejemplo, las antologías que en la bibliografía mexicana ya son clásicas y referencia obligada para estudiosos y los ismos lectores.