Por Tacho Ledesma
En Michoacán la política nunca duerme, pero esta semana se desveló con ganas. Mientras en la cocina del Instituto Electoral del Estado ya huele a constancias de mayoría para el nuevo Poder Judicial electo, lo cierto es que Morena demostró tener músculo, al menos el de su ala institucional. El llamado “voto duro” volvió a hacer de las suyas, marcando territorio donde importa: en los órganos que deciden.
Pero no todo es solemnidad jurídica. El Congreso del Estado también tuvo su sacudida: Giulianna Bugarini Torres, diputada de Morena, se convirtió en la nueva presidenta de la Mesa Directiva. Una figura joven, con estilo propio y, sobre todo, con el respaldo de su bancada… y con el visto bueno del Partido del Trabajo, que, según el radio pasillo, tenía los dados cargados para esa posición desde hace tiempo por un acuerdo inicial. Pero ya ve usted, en la política no hay garantías, sólo coyunturas.
Con Bugarini al frente, los rumores no se hicieron esperar: que si viene una iniciativa de ley para establecer la alternancia de género en las candidaturas, que si ya había un “alugar” aprobado desde octubre, que si esto incomoda al “Bloque de Morón”, ese grupo de eternos suspirantes al 2027 que ven cualquier iniciativa como una amenaza directa a sus planes personales. ¡Qué nervios!
Pero si en Morena la agenda se mueve, en el PRD la novela se enreda. Brissa Arroyo, diputada plurinominal, renunció a la bancada del Sol Azteca, aunque insiste en que sigue siendo “hija del sol”. El motivo: revanchismo interno, impulsado —dice— por la dirigencia estatal que encabeza Octavio Ocampo, aunque no suelta nombres ni apellidos. Eso sí, anuncia que presentará una queja por violencia política en razón de género, sin precisar si el reclamo incluye también a personajes de otros partidos o del Congreso.
Y como en el Congreso no se puede andar sin bancada como quien no tiene grupo de WhatsApp, ya se corre el rumor de que por ahí alguien de corte independiente podría ocupar el lugar que Brissa dejó. Política líquida, le llaman algunos; aquí más bien parece política de pasillo, esa donde lo que no se cocina en tribuna se amarra en cafetería.
Lo que sí queda claro es que, entre el reacomodo legislativo, las nuevas presidencias, el voto duro de Morena, y las tormentas internas del PRD, el tablero michoacano se sigue moviendo. ¿Qué sigue? Probablemente una nueva pelea en torno al reparto del pastel rumbo al 2027, pero esa es otra historia… que ya se empieza a escribir.
Más que números, necesitamos datos con rostro