Chat GPT “gasta” más discursos moralistas que agua.

Por Heriberto Mejía

Recientemente circulan noticias “alarmistas” y sensacionalistas sobre la supuesta “desintegración” de agua que implica usar inteligencia artificial, en estos nuevos “trends” principalmente el de la generación de imágenes de animación japonesa inspirada en los personajes de Studio Ghibli (que a pesar de no ser algo muy de mi devoción, respeto el derecho de la gente a seguir tendencias) destacando la plataforma Chat GPT para su generación. Desarrollando una narrativa que parece estar diseñada para hacernos creer que cada consulta a esta plataforma desintegra litros de agua irremediablemente (como si los servidores fueran máquinas alquímicas con la capacidad de una especie de presa hidroeléctrica que desaparece el agua). Pero pienso que la realidad es mucho menos espectacular: pues los centros de datos utilizan sistemas de refrigeración, que en esencia, no son muy distintos a los aires acondicionados convencionales o los sistemas de enfriamiento líquido de las computadoras, donde el agua se reutiliza y se condensa.

Lo que me resulta curioso es que este juicio no se aplique con el mismo rigor a plataformas como Netflix, Facebook o Amazon, o otras plataformas de inteligencia artificial, cuando en determinados momentos han saturado sus servidores con demandas ante los productos o servicios que ofrecen y que llevan años operando a escalas masivas. De igual manera tampoco recuerdo que en algún momento los medios convencionales hayan hecho la denuncia a la industria de bebidas que extrae millones de litros diarios de mantos acuíferos, sin que esto genere los mismo titulares impactantes. La diferencia parece estar en el objetivo del mensaje: no se trata de informar, sino de generar culpa selectiva a los sectores privilegiados.

Este enfoque no es nuevo. Es la misma estrategia que durante años nos ha “sermoneado” sobre el “consumo responsable” del agua, mientras las grandes industrias operan sin restricciones reales. Nos brindan soluciones individuales y despolitizadas para “contrarrestar” estos efectos dañinos (como el que nos duchemos en cinco minutos), pero el grueso del problema sigue intacto. Ahora pareciera que repiten la fórmula con la inteligencia artificial, nos dicen que usemos Chat GPT con remordimiento, sin cuestionar el modelo extractivo que realmente amenaza los recursos hídricos.

Lo más revelador es lo que estas notas omiten. Hablan de “litros desperdiciados por consulta” (cifras que suelen estar descontextualizadas), pero no explican el ciclo real del agua en los centros de datos. No mencionan que en muchos sistemas de refrigeración industrial (para empresas de computación) hasta el 80% del agua se recupera para ser reutilizada. Optando por satanizar una herramienta, como si el problema fuera la tecnología y no el marco económico que la rodea.

Detrás de este falso debate hay el mismo ambientalismo “superficial”, carente de conciencia de clase, política y económica. No propone alternativas estructurales, tampoco da espacio a realizar un juicio dialéctico y ya ni hablemos de la posibilidad de señalar una “campaña de desprestigio” que pueda estar siendo orquestada para beneficiar los intereses económicos de otras compañías (no solo de inteligencia artificial). Por qué no se habla de “grok” otra compañía de inteligencia artificial que es encabezada por el asesor del presidente actual de los Estados Unido Elon Musk y que cuenta con herramientas similares para generación de imágenes. Nos hicieron creer que los popotes de plástico eran el gran culpable de la contaminación oceánica, o que consumir Coca-Cola en envase de vidrio es bueno para el medio ambiente por que descarta el empleo de plásticos “de un solo uso” o la polémica en torno a la obra de infraestructura que es el “Tren Maya”; cayendo en múltiples contradicciones, sin dar realmente argumentos más allá de juicios moralistas que buscan despertar culpas por medio de juicios “aburguesados”.

Por ello la próxima vez que aparezca un titular que nos indique que “la inteligencia artificial seca el planeta”; vale la pena preguntarse lo siguiente: ¿están comparando estos datos con los de otras industrias?, ¿Mencionan el proceso mediante el cual se pierde el agua?, ¿Quién está detrás de estos estudios?, ¿Podría existir un interés económico o político detrás de esa información? Porque, hoy como ayer, las crisis ecológicas suelen ser un negocio para algunos, como aquellos países desarrollados que dictan como los países “en vías de desarrollo” deben administrar sus recursos naturales, promoviendo “agendas verdes” que en muchas ocasiones suelen dejarlos vulnerables en aquel campo de batalla de lo económico y sobre todo dependientes de productos y servicios elementales para la vida de los que esos “países desarrollados” se valen para generar ganancias a costa de la miseria de países enteros, sometiéndolos a los intereses por medio de sus coerciones económicas neocolonialistas.

Y mientras nos distraen con culpas viscerales, individuales y despolitizadas; mientras los verdaderos responsables de las tragedias que aquejan al mundo siguen operando sin rendir cuentas.

(Si llegó a este punto de la lectura agradezco su atención, aclarando que si usted percibe que defiendo el uso irresponsable de inteligencia artificial… Considero que no comprendió el punto del texto).