Tite ya anunció que dejaría el puesto de seleccionador de Brasil que ocupa desde septiembre de 2016 sea cual sea el resultado, bueno o malo. Obviamente, él y sus hombres aspiran a tener siete partidos más por delante, lo que les llevaría a la final de la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022™. Su andadura comienza este jueves contra Serbia en el Estadio de Lusail, en el Grupo G, en el que también están Camerún y Suiza.
Adenor Leonardo Bachi, de 61 años, debutó dirigiendo a la Seleção en septiembre de 2016 con una impresionante victoria por 0-3 en la fase preliminar contra Ecuador en Quito. Desde entonces suma 76 partidos a cargo del equipo, con 57 victorias, 14 empates y solo cinco derrotas.
Estas cifras ayudan a entender cómo ha logrado algo muy poco habitual en la historia del fútbol brasileño: mantenerse al frente de Brasil de un Mundial a otro, algo que solo había ocurrido antes con Zagallo, tras el título de 1970.
¿Cómo lo ha conseguido?
Siendo un entrenador que busca la evolución constante de su equipo, sin conformarse con acumular resultados positivos. Y para ello resulta fundamental la velocidad de sus jugadores. Brasil es hoy un combinado que ha consolidado su juego por los extremos, lo que da a Neymar más espacio para moverse libremente por el terreno de juego.
Al mismo tiempo, el equipo utiliza esta agilidad para presionar desde el propio sector ofensivo, lanzándose a por los rivales desde el momento en que pierde la posesión del balón. Todos los jugadores se implican en esas acciones para intentar “sellar” el terreno de juego. Es una apuesta por la calidad al servicio de un sistema que procura aplicarla de la forma más oportuna posible.
Todo eso resulta esencial para poder enfrentar un Mundial, pero cuando los jugadores hablan del “profesor” —como se suele llamar a los entrenadores en Brasil— el aspecto humano salta a la vista de inmediato.