Morelia, Michoacán, 31 de mayo del 2019.- Con 42 años de trabajo en la Meseta Purépecha, mismos en los que ha luchado por la soberanía de los pueblos indígenas en materia de identidad, territorio, cultura y recursos naturales, el presbítero Francisco Martínez Gracián tiene los méritos para recibir la Presea Melchor Ocampo que el Congreso del Estado le entregará el próximo lunes, aseveró el diputado Alfredo Ramírez Bedolla.
Por ser un clérigo que predica la justicia con su ejemplo de lucha social en favor de los pueblos originarios, apuntó Ramírez Bedolla, no hay contradicción en el hecho de que la LXXIV Legislatura le entregue la presea que lleva el nombre del ideólogo de la reforma liberal.
Incluso, señaló que hay planteamientos en los que convergen las ideas del liberal y el párroco; por ejemplo, al rendir protesta como gobernador de Michoacán, Ocampo expresó: “sólo seremos fuertes y felices cuando nos conservemos unidos”.
La unidad de los pueblos indígenas, abundó, ha sido uno de los principios que sustentan el activismo de Martínez Gracián, quién ha expresado: “es ahí, sobre todo cuando se trata de circunstancias aviesas, que debiesen prevalecer los lazos comunitarios de amistad y fraternidad”. Fiel a este principio, ha sido un factor de conciliación entre comunidades originarias.
El diputado afín a la cuarta transformación recordó que el propio Martínez Gracián ha dicho respecto a su conjunción de sacerdocio y activismo: “la vocación de cualquier persona es la lucha por la patria, el servicio a la comunidad” (https://bit.ly/2YX6Rx1)
En los hechos, Francisco Martínez ha realizado una importante labor para mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas, por la preservación de la identidad y cultura purépecha, y para evitar el despojo de su terrirorio y recursos naturales, apuntó Ramírez Bedolla, diputado de Morena.
Alfredo Ramírez recalcó que Martínez Gracián es un digno recipiendario de la Presea Melchor Ocampo, ya que el desarrollo de muchas comunidades no se explicaría sin la presencia de quien fuera preso político, así como Doctor Honoris Causa por la Universidad Intercultural Indígena. Afirmó que el clérigo ha sembrado en los pueblos de la meseta purépecha su máxima: “pueblo sin utopía, no es pueblo”.