04 de mayo del 2025.- La esperada primera noche del “Canelo” Álvarez en Arabia Saudita terminó en victoria… pero sin gloria. El campeón mexicano recuperó el cinturón de la FIB al vencer por decisión unánime al cubano William Scull, en una pelea deslucida que dejó más preguntas que emociones.
Aunque el resultado fue favorable para el tapatío, el espectáculo no convenció. Scull, ágil y escurridizo, evitó a toda costa el combate frontal, apostando por una estrategia de escapismo que frustró los intentos de Canelo por conectar golpes de poder. A pesar de ello, el mexicano dominó en las tarjetas y volvió a ser campeón indiscutible de la división supermediana, sumando nuevamente el cinturón de la FIB a los de la CMB, OMB y AMB.
Desde el primer campanazo, la pelea tomó un rumbo inesperado. Canelo se topó con un rival que corría más de lo que peleaba. Scull bailaba sobre el ring con movimientos veloces y evasivos, sin presentar mayor ofensiva. El mexicano, por su parte, atacó con insistencia al cuerpo buscando abrir espacios, pero la estrategia no tuvo frutos espectaculares. En el quinto asalto, el cubano logró conectar un uppercut que levantó ligeramente la tensión, pero fue solo un chispazo en una noche de boxeo sin alma.
“¡No dejes que se crezca el cabrón!”, gritaba Eddy Reynoso desde la esquina del mexicano, intentando inyectar intensidad a un combate que se esfumaba entre fintas y pasos laterales del caribeño.
El verdadero momento de clímax llegó fuera del ring, cuando el ministro saudita Turki Al-Sheikh le entregó a Canelo un cinturón de oro y confirmó lo que todos esperaban: la pelea del año será el próximo 12 de septiembre en Las Vegas ante Terence Crawford. El estadounidense subió al cuadrilátero y tuvo su primer cara a cara con el mexicano, prometiendo una guerra digna del boxeo mundial.
William Scull, un casi desconocido convertido en campeón por reglamento, no supo –o no quiso– enfrentarse al poder de Canelo. Y aunque el mexicano ganó, no logró emocionar. Fue una victoria técnica, pero una noche aburrida que no quedará en la memoria del aficionado.
La próxima cita será diferente. Terence Crawford no baila. Él pelea. Y eso es justo lo que el mundo quiere ver.
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