06 de abril del 2025.- ¿Qué pasa cuando la adolescencia se convierte en una espiral de violencia, soledad y falta de rumbo? La miniserie británica Adolescencia, disponible en Netflix, lanza esta pregunta como un golpe directo al estómago y obliga al espectador a mirar de frente los desafíos de crecer en un mundo atravesado por redes sociales, radicalización digital y vacíos afectivos.
Creada por Jack Thorne y Stephen Graham, y dirigida por Philip Barantini, Adolescencia sigue a Jamie Miller, un chico de 13 años acusado del asesinato de una compañera de clase. En apenas cuatro episodios —filmados con una técnica de planos secuencia que eleva la tensión narrativa—, la serie despliega una historia dura, directa, sin filtros ni concesiones.
Los temas que aborda no son nuevos, pero pocas veces se han mostrado con esta crudeza: el acoso escolar, la cultura incel, el racismo, el machismo, la misoginia y la deshumanización en redes. Es una advertencia en forma de ficción que no solo interpela a madres y padres, sino también a gobiernos, escuelas y plataformas digitales.
Las actuaciones son un punto alto. Owen Cooper interpreta a Jamie con una vulnerabilidad brutal, mientras Christine Tremarco, como su madre, ofrece una de las interpretaciones más desgarradoras del año.
Su impacto ha sido tal que el gobierno británico —encabezado por el primer ministro Keir Starmer— decidió proyectarla en escuelas secundarias, como herramienta para abrir diálogos sobre violencia, masculinidades tóxicas y salud mental juvenil.
Adolescencia no es una serie cómoda, pero sí necesaria. Nos recuerda que el abandono social no empieza en las calles, sino en la desconexión emocional y el silencio que dejamos crecer. Una obra que no se olvida fácilmente y que debería verse, debatirse y, sobre todo, entenderse.
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