Con el regreso a las aulas de más de un millón de alumnos en Michoacán, también llegó la estrategia de prevención de adicciones, en la que se busca evitar el consumo de fentanilo y otras sustancias entre la juventud, para ello habrá sesiones informativas diariamente en el aula, de 10 a 15 minutos, hasta que concluya el ciclo escolar.
Al respecto, las autoridades educativas informaron que habrá carteles en cada escuela, videos para reproducciones en redes sociales, así como el acompañamiento a docentes mediante una guía con información de las diferentes drogas y el daño que causan. La guía incluye información, mitos, verdades y algunas sugerencias didácticas, porque esta es una estrategia en el aula, principalmente para prevenir.
Aunque existen más materiales en el micrositio estrategiaenelaula.sep.gob.mx, donde se aborda el tema de las drogas que se buscan atacar de manera principal y otras sustancias.
En los últimos días el consumo de fentanilo en México, Estados Unidos y Canadá levantó las alarmas en los tres gobiernos, y en la reunión binacional de México y Estados Unidos realizada la semana pasada en aquel país, se acordaron estrategias para frenar el consumo de esta droga.
Y aunque las autoridades mexicanas rechazaban que nuestro país fuese productor de la droga, hoy el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio presentó un video en el que reconoce la producción de la droga.
En 2021, México registró 19 defunciones, mientras que en ese país hubo 80 mil 411 decesos.
El fentanilo es una sustancia potencialmente adictiva desde la primera vez que se usa y en dosis relativamente moderadas puede tener efectos graves en la salud y ocasionar la muerte, advirtió el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, en el arranque de la sección “Adicciones y salud colectiva” en El Pulso de la Salud.
El consumo del fentanilo puede ocasionar en algunos casos analgesia, somnolencia, náusea y estreñimiento; en otros, euforia, rigidez muscular, alucinaciones y movimientos involuntarios, así como delirio, coma, depresión respiratoria e, incluso, la muerte.
Aseguró que la epidemia de fentanilo es importada y el consumo de esta sustancia en nuestro país no se compara con el problema de salud pública en Estados Unidos.
López-Gatell consideró que debe existir “una anticipación intensa en la prevención”, por lo que la campaña incluye sensibilización del problema con mensajes dirigidos principalmente a personal docente, orientación y capacitación sobre qué hacer ante un caso de adicción, competencias y alternativas de ayuda en el sistema de salud. Todo esto, con el acompañamiento de especialistas en salud mental, psiquiatría y psicología.
Precisó que esta medida tiene propósitos de información y de comunicación sobre los riesgos relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas, y el sistema educativo es antena para detectar este problema.
Explicó que existe un medicamento llamado naloxona que contrarresta los efectos del fentanilo y en México hay fuerte presión por parte de grupos de interés para incorporar la naloxona, aun cuando el consumo del opiáceo (fentanilo) es muy bajo; la estrategia debe enfocarse en la prevención.
Abundó que el fentanilo fue diseñado originalmente como medicamento para tratar el dolor intenso en casos de cirugía o para controlar este síntoma difícilmente tratable con otras sustancias en enfermedades graves como cáncer con metástasis o padecimientos neurológicos.
Es cien veces más efectivo que la morfina y 50 veces más que la heroína.
Su uso médico es en forma oral, inyectable o en parches. El de uso ilegal viene en múltiples presentaciones como polvo blanco, pastillas, cápsulas y dulces, y con diferentes nombres.
Expuso que las adicciones en general son un problema crónico social y de salud. Su principal característica es que la persona empieza a tener una búsqueda compulsiva de consumo de sustancias que va más allá de la voluntad. Es un asunto neurológico y psicosocial, ya que quien sufre este problema “no decide en qué momento consume la sustancia, cuánto lo consume, qué sustancia y quién se la provee, es una compulsión por utilizarla”.
El consumo de sustancias psicoactivas altera áreas del cerebro encargadas de los mecanismos de satisfacción, de recompensa y de sensación de bienestar físico y emocional.
Además, la persona tiene conductas de aislamiento y rechazo, incluso de la ayuda que pueden brindar familiares, amigas, amigos y la comunidad. Asimismo, provocan pérdida del apetito y desinterés en hidratarse, que son parte de los daños a la salud.
Dijo que es importante considerar que el problema de abuso de sustancias psicoactivas tiene que ver con la pérdida de oportunidades y de espacios de integración social en el ámbito escolar, laboral o en el seno familiar, y que las violencias sociales son consecuencia de un modelo económico con profunda desigualdad; por lo que es vital ofrecer a las y los jóvenes alternativas de inclusión e integración que eviten su acercamiento a las drogas.