Los brasileños asisten a dar el último adiós al gran rey del fútbol, Pelé, con un velatorio público de 24 horas, que comenzó este lunes en el Estadio Urbano Caldeira, la casa de su antiguo club de fútbol Santos.
Entre lágrimas, su tercera esposa, Marcia Cibele Aoki, fue una de las primeras en acercarse. Vestida de negro, pasaba la mano sobre la cabeza del astro, con quien se casó en 2016.
La fila se extendió por más de dos kilómetros, serpenteando por varias cuadras en torno al estadio Vila Belmiro, donde este lunes se abrió la capilla ardiente al público.
Los aficionados pasaron varias horas en la fila, bajo un sol abrasador en pleno verano brasileño, para poder ver durante unos breves segundos el cuerpo sin vida del tres veces campeón mundial.
El coche fúnebre que transportaba el ataúd de Pelé fue recibido con fuegos artificiales tras salir del Hospital Albert Einstein de São Paulo, donde el tres veces ganador de la Copa del Mundo murió por una falla orgánica múltiple debido a la progresión del cáncer de colon el 30 de diciembre.
El féretro descansaba bajo una carpa blanca en el centro de este estadio centenario, construido en 1916, que se sitúa en un barrio residencial de casas bajas y calles estrechas, ahora decoradas con banderas y carteles que recuerdan al mítico 10.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, también llegó para despedirse y prometió que la institución homenajeará al ‘rey’ como se merece.
“Pediremos a todas las federaciones en el mundo entero, los 211 países, que nombren un estadio en cada país con el nombre de Pelé, porque los jóvenes tienen que saber y recordar quién era”, dijo Infantino, que estuvo acompañado del jefe de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ednaldo Rodrigues, y de la Conmebol, Alejandro Domínguez.