México: Un país de matrimonios infantiles

Un reportaje de La Lista refiere que entre 2010 y 2021 los registros civiles de 26 estados autorizaron más de 153 mil matrimonios con menores de edad en México y su prohibición no ha frenado esta práctica; Michoacán está incluido en esta práctica

En México el matrimonio infantil es una realidad y Michoacán no escapa de la problemática.

A pesar de estar prohibido, todavía en 2021 autoridades de registros civiles de varios estados permitieron que menores de edad se casaran en los municipios de Allende y Dolores Hidalgo, en Guanajuato; en Morelia, Michoacán; y en Calpan, Guadalupe Victoria y Jonotla, en el estado de Puebla en 2021, según los datos obtenidos por La-Lista a través del trabajo “No acepto, un país de matrimonios infantiles” y cuyo trabajo se reproduce con permiso en Alternauta.MX.

Revisa aquí el texto original de la-lista.com.

La pieza periodística autoría de Alexis Ortiz refiere que entre 2010 y 2021, los registros civiles de 26 estados autorizaron más de 153 mil matrimonios con menores de edad en México y su prohibición no ha frenado esta práctica. Se han tramitado al menos 19 mil 400 matrimonios con menores de edad ante el Registro Civil después del 2015, cuando se aprobó una ley general de protección a la infancia.

Los registros oficiales muestran casos aberrantes como el matrimonio de una menor de nueve años con un hombre de 46, en Ahome, Sinaloa, o el de una joven de 16 años con un anciano de 83 en la ciudad de Culiacán en 2014.

El matrimonio forzado de menores también se ha preservado de otras formas en el país con la complicidad de autoridades y para poner fin a este problema que afecta a miles de niñas, niños y adolescentes en México, hay una nueva propuesta para castigar hasta con 15 años de cárcel a quien permita la unión forzada de menores o que cohabiten con otra persona.

Los rituales del matrimonio infantil varían según la región, la defensora de derechos humanos Eufrosina Cruz, e impulsora de castigar con cárcel estas prácticas, explica que en Oaxaca no solo se ofrece dinero, también ganado o productos.

“En la zona triqui de Oaxaca no se da en especie la compra de la niña, sino que se da en dinero. El costo va variando de acuerdo a la edad de las niñas, entre 30 mil, 50 mil y 100 mil pesos”, dice. “Otro ejemplo es la zona de la mazateca, ahí ya es en especie, con cartones de cerveza, con cabezas de chivo, con carne para dar de comer a toda la familia cuando se hace la pedida. En mi sierra te echan el ojo y le entregan el cigarro o el galón de mezcal a tu papá y regresan por la respuesta 15 días después y si mi papá quemó ese cigarrillo, quiere decir que mi papá aceptó. Al aceptar el muchacho se tiene que quedar un año dando servicio a la familia de la niña para poder ya iniciar con los trámites del matrimonio”.

En 12 años se han registrado más de 13 mil matrimonios, de acuerdo con el texto de La Lista.

Michoacán tiene matrimonios infantiles: La Lista muestra la historia de Irma

A los 13 años, Irma no entendía el significado de la palabra nuera. Cuando ella jugaba en los columpios, escuchaba que la gente preguntaba dónde estaba la nuera de doña Margarita, una anciana a la que cuidaba porque era la mamá de su patrona. Desde los siete años, Irma fue entregada a una señora para que cuidara de sus cinco hijos y dejó su pueblo, en Senguio, Michoacán, para irse al Estado de México.

“Me llevaron a esa casa a trabajar y mi mamá era la que cobraba. Yo de siete años. Después de ahí, el hermano de la señora vendía jugos y me empezó a mandar a trabajar con él. Yo tendría como 10 años cuando él quería abusar de mí y yo les dije que ya no quería trabajar ahí, ya no quería trabajar en esa casa, les dije que me regresaran con mi mamá”, recuerda Irma.

Al poco tiempo, cuando su mamá fue a cobrar su pago, la familia la envió a cuidar a doña Margarita, donde también vivía Darío, el hombre que había intentado violarla y era 15 años mayor que ella. Cuando la anciana murió, sus papás fueron a ver a Irma y le avisaron que la iban a casar para que no le faltara nada.

“En ese tiempo uno no sabe ni para qué es el matrimonio y me casó por el civil”, recuerda Irma. Entonces se quedó sin poder cuestionar ni oponerse a nada porque sus propios padres decidieron sobre su vida.

A los 14 años quedó embarazada y a los 22 ya había parido a cinco hijos. “Cada hijo era una violación, uno tras otro, tras otro, tras otro”, dice.

El matrimonio infantil forzado destroza la vida de las mujeres. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) dice que las niñas sometidas a estas uniones “corren un mayor riesgo de sufrir violencia doméstica y tienen menos probabilidades de seguir asistiendo a la escuela. Sus expectativas económicas y de salud son peores que las de las niñas que no se casan. Con frecuencia, las niñas casadas se quedan embarazadas durante la adolescencia”.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) echan luz sobre estos temas. En 2020 había 226 mil 699 niñas de 12 a 17 años que vivían con otra persona en “unión libre”, de éstas solo el 11% acudía a la escuela. Lo opuesto en niñas solteras: el 85% de las 6 millones 171 mil 038 que había ese año seguían estudiando, según el último Censo de Población y Vivienda.

De las 226 mil 699 niñas de 12 a 17 años que vivían con otra persona en “unión libre”, el 92% de las jóvenes solo tenía un bebé, pero hay seis casos de niñas de 17 años que en 2020 ya habían dado a luz siete veces. Estas adolescentes residen en Comonfort, Guanajuato; Chilpancingo, Guerrero; Tizapán El Alto, Jalisco; Chimalhuacán, Estado de México; Culiacán, Sinaloa, y Panindícuaro, Michoacán.

Cuando Irma ya estaba casada con Darío, la puso a trabajar como su chalana en labores de albañilería: hacía mezcla, cargaba tabiques, jalaba carretillas y no le daba un solo peso. Así que ella tenía que ver la manera de darle de comer a sus hijos y conseguía comida a través del “cambio”, recolectaba leña en el monte a cambio de comida en los locales del mercado.

Irma dice dignamente que nunca dejó que Darío le hiciera un cariño a sus hijas.“Si yo venía de un hombre que había abusado de mí, cómo iba a dejar que él tocara a mi hija”, expresa la mujer. “Si él no supo tratar a su mamá, menos iba a saber tratar a sus hijas.”

Uno de sus sueños era llegar a ser maestra de kínder, enseñarle a los más pequeños a dibujar, como lo hace una de sus nietas, que le hizo una mariposa con los colores que Irma le compró.

“Hubiera sido una maestra”, dice resignada “y ahorita yo fuera la que les enseñara a mis nietos, quien los cuidara, por eso es que les digo en la escuela que no las toquen”.