Por Giovanni Correa Morales
La mayoría de nosotros nos ha tocado experimentar la magia que hay detrás de la mágica palabra llamada “empatía” la cual nos lleva a experimentar otro tipo de conexión hacia otra persona y que está misma nos ayuda a entregarnos de diferente manera al servicio.
Es esa chispa que habita en nosotros. Esa que genera el calor en nuestros corazones para poder dar un verdadero servicio de calidad, ya que nos hace ver más allá de simples números; esto nos compromete a ser responsables de la información que podamos brindar, del acompañamiento que le demos a los invitados o sociedad en general y esto nos permite ofrecer nuestra atención y como resultado una solución real a las necesidades que las personas puedan llegar a tener.
“Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo, nacen de una actitud de aprecio por los demás.” Dalai Lama
Esto es un gran ejemplo de como existen personas que todo lo que realizan en su día a día es únicamente entorno a ellas y hay muchas con esa falta de empatía que en lo único que nos convierte es en una persona egoísta, y que lo que lleguemos ofrecer en la mayoría de las veces no será real ni con el propósito de querer ayudar. Esto me recuerda a los vendedores que venden por vender que sólo se fijan en los números y venden productos muy costosos o innecesarios. Otro buen ejemplo es las personas que te prometen solucionar tú vida amorosa y financiera con algún tipo de ritual o los famosos gurús motivacionales que te venden cursos y talleres hablando sobre por ejemplo que “El pobre es pobre porque quiere”. Para mí sólo engañan a las personas con hacerlas pensar que comprando el “conocimiento” que estas personas les ofrecen los van a volver millonarios y hacer salir de la situación en la que puedan estar y es humo el cual perjudica más a las personas porque al darse cuenta que no logran lo que les han prometido terminan frustrándose y hundiéndose más.
Es por eso la importancia de servir con el corazón pensando siempre en el bien-estar de la otra persona sin querer nunca traicionar y profanar la confianza que nos están depositando esas personas que necesitan alguien que los guie a la solución más óptima en sus vidas y así poder lograr una conexión más profunda con ellos y al final crear una cierta lealtad en donde todos ganan.
El cliente no siempre tiene la razón