por Rafael Calderón
¡La traición política nunca se olvida! Así es como se puede afirmar que se despide de la gubernatura Silvano Aureoles Conejo. Quien en otro momento podría decirse que su salida del puesto iba ser histórico. Pero se le termina el mandato que por circunstancias de la vida, cierra un ciclo, el día que se conmemora el nacimiento del héroe de las Revolución de Independencia, José María Morelos y Pavón. Y hay que afirmar que es con quien este Gobernador saliente nada tiene de comparación ni punto de encuentro con la lucha revolucionaria, aun cuando en México inició la Cuarta Transformación política en 2018. Estp bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, el hoy Presidente de México.
El señor Silvano ejerció el poder gubernamental desde Michoacán. Y estuvo de espaldas a este movimiento democrático. Así, es uno de los tantos políticos neoliberales que se opusieron férreamente a que acabara el régimen de privilegios. Los cuales han tenido los políticos como él. Esto porque son los mismos que se han enriquecido desde el ejercicio gubernamental en puestos como el de Gobernador, Senador, Diputado, etc.
Es una verdad absoluta: a Silvano Aureoles Conejo se le puede reconocer como ejemplo de la traición política. Esto para aquella parte de la izquierda que promovía el diálogo como herramienta política, desde el interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Y son los mismos que terminaron firmando el Pacto Por México de Enrique Peña Nieto, y su verdadero boleto para inscribir su nombre en el basurero: un pacto político y más rancio que entonces y hasta la fecha los dirigentes estos del grupo de los Chuchos, junto con los del PRI y el PAN inscribir su nombre como los conspiradores del saqueo nacional y del pillaje más escandaloso en tiempos del siglo XXI contra México.
Esfuerzos comunes
Por eso es que vimos a Silvano en las elecciones presidenciales del 2018 actuando con estos grupos políticos. Y es con los que unió esfuerzos comunes y lanzaron dos candidaturas e intentar mantener vigente al neoliberalismo equiparable a la dictadura del porfiriato y conservar privilegios y prerrogativas económicas y políticas, pero sin excepción, y solo en favor de estos grupos que se sucedieron bajo el amparo del poder absoluto del padre del neoliberalismo mexicano, el señor más repudiado de México, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
En ese orden de ideas, Silvano Aureoles Conejo en su condición de gobernador y con su partido el PRD, apoyaron la candidatura de Ricardo Anaya, pero en los días del fervor político y por las circunstancias de las deudas con Peña Nieto, salió desde el puesto de gobernador a pedir el voto en favor del candidato de Peña Nieto y el revuelo no se hizo esperar: sale a relucir una vez con sus yerros antidemocráticos; queda visible su verdadera personalidad política.
Traición política
La traición política nunca se olvida. Y Aureoles Conejo alcanzó este sello tan personal en su vida pública que ya le pertenece. Así se despide del puesto de gobernador y hay que celebrar que se le termina el poder: sale por la puerta de atrás. Y sin miramientos pasa a engrosar la lista de los políticos neoliberales que han ido a parar al basurero de la historia política. Esto porque es el político más repudiado de Michoacán.
Ese privilegio lo comparte con el defenestrado ex presidente Salinas de Gortari y su descredito lo confirma al calor de la derrota electoral de su propio candidato en las pasadas elecciones del mes de junio pasado. Es el mismo que tendrá complicaciones en lo inmediato para salir a la calle manera libre y pacífica, o intentar caminar por las calles de la ciudad después del 1º de octubre sin que lo vean como un pésimo ex gobernador. Se retira por la puerta de atrás y hurtadillas: se le acaba el poder, deja ver el sello personal del contubernio y confirma que gobernó de espaldas a los ciudadanos. Aun cuando su presencia política surgió desde la izquierda y escala entre los grupos, y su presencia surge al amparo del movimiento de la izquierda histórica que configurará el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador desde 1997.
El poder por el poder
Silvano Aureoles Conejo, desde el PRD, sorteo bien sus aspiraciones. Y cuando ya no guardó compostura alguna, demostró que no tenía nivel de debate. Y nunca en realidad lo ha tenido: la búsqueda del poder por el poder es lo suyo.
Es quien creció bajo el acuerdo político y copular, la cesión o conquista de los espacios entre grupos perredistas. Todo bajo el encuentro del alcance electoral. Pero Amlo hoy día es Presidente de México y Silvano sale de gobernador con diferencias históricas: mientras López Obrador triunfó de manera democrática, con una votación histórica; Silvano, llega a la gubernatura en 2015 al amparo del poder como un político neoliberal y el ideario para el común de los ciudadanos es que termina este mandato como un nuevo millonario, que se enriqueció al amparo del poder, y su gloria política floreció con la firma del Pacto por México, pero también es cuando empieza a dar el primer paso en su hundimiento y hoy día es ejemplo de lo que sucedió con el mal ejercicio del poder gubernamental.
Para, finalmente, recordar que su verdadero paso al lodazal de la política es suficiente con revisar su discurso de toma de posesión como gobernador del 2015 y en los hechos intentar enumerar si logra consolidarse y más bien darnos cuenta que no fue capaz de cumplir sus promesas de campaña.
Yerros políticos
Lo que sí logró al amparo del poder y de la protección que lo rodea, cuando irónicamente expresa que se jugó la vida por Michoacán, es un poder tan abismal que el recuento que encierran sus discursos son yerros políticos y recordar que su arrogancia llega a tal punto que uso un banquillo como trofeo o slogan en las giras nacionales e internacional o destacar por el chiflido ramplón que su equipo de comunicación utilizó como logró gubernamental, creyendo que era con buenos fines, y la realidad es que lo pinta de cuerpo entero: un hombre corto de miras, muy corto, sin ideas propias.
Se acaba para fortuna de los michoacanos la era silvanista, el único de su equipo que aún queda visible de su gabinete de entonces y de ahora, es el fiscal Adrián López Solís, quien parece ser el que cuidará ese espíritu de naufragio y desamor gubernamental; no hay que perder de vista que el denominador común del silvanismo fue la corrupción, la derrota electoral, etcétera.
Eso sí, fue capaz de gobernar en beneficio de unos cuantos y asegurarse privilegios al amparo del poder que le otorga el puesto de gobernador. El silvanismo registra en Michoacán un verdadero febril periodo turbulento de la vida política y social; gobernó muy mal, pero, ¡la traición política nunca se olvida!