por Claudio Méndez
El edificio que hoy alberga al Teatro Mariano Matamoros, en el corazón del Centro
Histórico de Morelia, pasó del olvido a la restauración cultural. Para ser más
precisos pasó del reciente doble olvido, en dos distintas etapas de su existencia, a
la renovación arquitectónica en sus interiores, de modo que ahora ostenta una de
las instalaciones teatrales más modernas del Estado y del país.
La antigua casona en cuyo céntrico predio se levanta hoy el Teatro Mariano
Matamoros databa del siglo XVIII. A lo largo de su vida como recinto habitable
pasó por varios propietarios, hasta que fue demolida casi en su totalidad, sobre
todo en sus interiores, a finales de la década de los treinta del siglo pasado. Sin
embargo su sobria fachada, que da a la Plaza de los Mártires, también conocida
como Plaza de Armas, con el soportal de siete arcos, se mantuvo (y se mantiene
al día de hoy) prácticamente intacta, salvo algunas modificaciones que le fueron
hechas en el siglo XIX, no sin respetar su neoclásico aspecto original.
De mediados del Siglo XX a inicios del Siglo XXI
A principios de la década de los años cincuenta del siglo pasado los interiores del
recinto fueron remodelados de nuevo. Esta vez para albergar al Cine Colonial, una
de las salas para exposiciones cinematográficas más tradicionales de la segunda
mitad del siglo XX en la capital michoacana, la cual habría de mantenerse
funcional hasta la década de los años ochenta. Aquí devino su primer olvido, el
cual mantuvo al edificio sin prácticamente ningún uso durante casi tres décadas.
Esto a pesar de su privilegiada e histórica ubicación, ya que en el linde sur de sus
soportales se ubica la gruesa columna donde fue fusilado el insurgente Mariano
Matamoros, brazo derecho del generalísimo José María Morelos, el 3 de febrero
de 1814.
Para finales de la primera década del siglo XXI se tuvo la idea de transformar el
otrora Cine Colonial en un moderno Teatro y Centro Cultural. El proyecto para
hacerlo posible data del 2009 y las obras se iniciaron casi de inmediato. Pero lo
que en sus inicios pareció ser el rescate de tan significativo recinto se trocó en el
segundo y más lamentable olvido del edificio. Así pasaron dos administraciones
estatales. Algo debía hacerse, y se hizo.
Compromiso con el Arte y la Cultura
De esta forma, el compromiso de la actual administración con el arte y la cultura
impulsó la búsqueda incansable del financiamiento necesario para concluir las
obras de reconstrucción, lo que a esas alturas era ya una cuestión de voluntad
política. No podía permitirse que el Teatro Mariano Matamoros fuese condenado al
olvido por más tiempo, concebido, como había sido originalmente, para ser
inaugurado con motivo del Bicentenario de la Independencia de México.
Muy fácil pero irresponsable habría sido, como se dice coloquialmente, “patear el
bote” y mirar hacia otro lado. Pero no esta administración, que ha optado por
“tomar al toro por los cuernos”, conseguir el financiamiento necesario y concluir las
obras para brindarle al pueblo de Michoacán el recinto teatral más moderno de la
entidad, el cual fue inaugurado el 16 de marzo del presente año con una gala de
orgullo cultural michoacano: la Kuinchejua, la Danza de los Kúrpites y la obra
Nana Kutzi.
Hoy la restauración cultural del Teatro Mariano Matamoros no podía ser más
completa, así como el inmueble no podía ostentar nombre más honorífico y
preciso. En sus modernas instalaciones cuenta con vestíbulo, dos salones,
camerinos, área de entretenimiento y mirador panorámico. Lo que lo convierte en
un recinto de categoría internacional, con su fachada remozada para armonizar
con el colonial Centro Histórico de la ciudad. Tan es así, que cuenta con el aval
del Instituto Nacional de Antropología e Historia y de todo aquel que admira su
conjunto arquitectónico, por dentro y por fuera.