Por: Umberto Cardenal
Tanto acariciaron sus aspiraciones que acabaron por rasgarles la piel. En efecto, la confrontación abierta que han sostenido Cristóbal Arias y Raúl Morón ha terminado por dejar mal parados a ambos personajes en su carrera por la nominación de MORENA al solio de Ocampo. Su lucha fratricida, que no a pocos parece remembrar el antagonismo voraz que sostuvieron cristobalistas y roblistas en la década de los noventa al interior del PRD, ha encendido los ánimos en las bases y cuadros políticos de ambos grupos. Que se autoproclaman vencedores.
La narrativa llena de huecos de Cristóbal Arias Solís, parece tener como único hilo conductor la confrontación que justifique el posterior rompimiento. Su salida ha sido aludir una intervención facciosa de los Cárdenas en su contra. A su decir, el ex gobernador Cárdenas Batel le invitó a comer a la Ciudad de México y sólo informó a la prensa los temas que a su interés de candidato se tocaron en la conversación.
¿Cárdenas Batel, desdeñoso desde hace años hacia la política local y nunca motivado a intervenir en determinación de candidaturas -pregúntenle a Enrique Bautista-, de verdad lo invitó a hablar de su candidatura? ¿Por qué razón sus personeros pregonaron en redes sociales la foto filtrada del encuentro insinuando que era un espaldarazo? ¿No es incongruente ahora atacar a quien se festinaba? La desmemoria tiene cierto tufo de cinismo en el Senador. Que parece que no ha decidido qué le resulta más cómodo, si sentarse al lado de Fausto Vallejo o atacar a sus ex compañeros de partido, quienes sí pudieron lograr su cometido de gobernar Michoacán.
Aroma a dedazo
La desesperación de Arias Solís podría llevarle a perder los estribos y la candidatura frente a un sigiloso Raúl Morón. Que se esconde tras bambalinas y quien azuza a sus seguidores a cantar como triunfo el haber alcanzado en las encuestas a su contendiente. Pero su posible nominación no dejará de tener el tufo de imposición después de que, en efecto, Cristóbal encabezaba la contienda en muchos ejercicios demoscópicos.
Ese aroma a dedazo se hace más fuerte si se escudriña su pasado reciente. Ya que su escaño en el Senado de 2012 a 2018 y su candidatura a la alcaldía fueron espacios que logró a través de encuestas de dudosa hechura y reputación, no exentos de cuestionamientos de parte de quienes, según la lógica, pudieron haber estado mejor posicionados que él.
Es probable que Morón alcance el nombramiento de Coordinador de la Defensa de la Cuarta Transformación en Michoacán. Pero su candidatura podría estar en riesgo ante los fuegos que deja a su paso el incendiario de Churumuco.
MORENA y sus definiciones
Los dos primeros meses del año serán determinantes para el curso que siga MORENA y sus definiciones en la lucha por el gobierno de Michoacán. Mientras la guerra de baja intensidad continúa en la disputa por alcaldías y diputaciones, es seguro que ante el río revuelto el PT presionará por hacerse de la candidatura del gobierno. Y algunos de los desdeñados en MORENA correrán a los brazos del partido de la estrella a buscar ese cobijo que los coloque nuevamente en la pelea. Esa salida podría ser legal y políticamente adecuada para que MORENA zanje la rivalidad enconada entre Morón y Arias.
Los primeros días de marzo, plazo limite para que funcionarios y representantes populares renuncien a sus encargos para buscar ser gobernador, será definitivo para decidir el posible cambio de jinete. De llegar a esa instancia, ahí se asomarán muchos nombres que levantarán cejas. Cristóbal y su equipo habrán tenido espacios que le fueron arrebatando a Raúl Morón a quien, sin embargo, no habrán entregado su lealtad. Morón quedará como dirigente partidario y enfilado a encabezar la lista de diputados plurinominales de la circunscripción.
No digan que lo leyeron aquí, en esta columna Número Cero.
Raúl Morón será el candidato por MORENA a la gubernatura de Michoacán