El enemigo desde dentro. Las administraciones de de La Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo, Felipe Calderón, Vicente Fox y Enrique Peña siguieron la misma pauta para allanarles el campo a las transnacionales: eliminar las empresas productivas del Estado para que el gran capital, nacional y transnacional, pudiera expandirse a sus anchas sin ningún obstáculo o sombra y así medrar. Unas empresas las remataron en un auténtico tianguis. Otras las liquidaron; unas más las dividieron para diezmarlas, les aumentaron los impuestos y redujeron sus presupuestos a nivel de supervivencia. El cóctel resultante es que el brazo productivo del Estado es casi inexistente, incluso en sectores estratégicos como el energético. De más de mil empresas públicas en diversas ramas y sectores de la economía en 1982, actualmente se rasguña a la CFE y a Pemex para rescatarlas del pozo donde las administraciones anteriores las despeñaron. Las investigaciones deben de ser implacables e impecables para echar guante a todos los responsables sin importar nombres y jerarquías. Es más peligroso dejarlos sueltos que ponerlos en el lugar que les corresponde: la cárcel. El tiempo avanza y la Fiscalía General de la República y el propio López Obrador deben entregar cuentas lo antes posible. Los fraudes, contratos leoninos, y la estrategia de desmembrar las empresas y sangrarlas para diezmarlas es por demás evidente. El tiempo apremia y se requiere aplicar todo el peso de la ley.
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