La calificadora Fitch Ratings redujo dos niveles las notas de deuda de Pemex y las colocó en rango negativo, con ello —señala— la paraestatal queda al borde de perder el grado de inversión. La situación es delicada, pero no olvidemos que, en su momento, las mismas agencias calificaron muy bien los bonos basura, causa primera de la crisis de las ‘subprime’ en 2007; también difundieron pronósticos favorables a las empresas condenadas por malversación, como la desaparecida Enron; las mismas que no previeron en absoluto la última crisis financiera, dieron buenas notas y por tanto “garantías” a los inversores. Con lo anterior lo que se pretende en resumidas cuentas es afectar más a la petrolera, pues el mecanismo perverso de las agencias al calificar negativamente a una empresa o un país lo que hacen es que, de requerir más o nuevo financiamiento, suben la tasa de los empréstitos (por el supuesto riesgo de caer en insolvencia), con lo que se castiga o asfixia más a las actividades productivas. Resulta curioso que cuando la banca cae en insolvencia la rescaten los países y sus ciudadanos. Muy curioso que “nunca” pierdan.
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