No es “huachicol”, esa modalidad de perforar clandestinamente ductos de Pemex y extraer combustibles para comerciarlos al menudeo y, ¡oh sorpresa!, a una enorme cantidad de gasolineras que prosperaron como hongos en la administración de Peña Nieto. No; el “huachicol” sólo es una de las formas en que hoy sabemos se saqueaba a la petrolera: carga de buques tanque con petróleo crudo desde las propias plataformas de Pemex; contratos lesivos a la paraestatal otorgados bajo cuantiosos sobornos, como el caso de Odebrecht; operaciones opacas de Pemex Internacional sin rendir informes; licitaciones dirigidas; oscuras negociaciones y transacciones entre líderes sindicales y directiva de Pemex; contratos como el de Etileno XXI, firmado por delincuentes de “cuello blanco” del propio Pemex, que a todos luces atentaba contra el interés de la paraestatal y que debe revisarse con lupa, pues el ex candidato del PRI a la presidencia, José Antonio Meade Kuribreña, habría refrendado tal instrumento jurídico en su calidad de presidente del Consejo de Administración de la Paraestatal. Pemex fue esquilmado vía impositiva y, además fue asfixiado restándole presupuesto anual para sus operaciones. No es “huachicol”, éste es un eufemismo: es saqueo y robo de Pemex y hay nombres y responsables. Es imperativo que se cumpla lo dicho por López Obrador: “Las escaleras se barren de arriba hacia abajo”. El tiempo se agota.